miércoles, 10 de julio de 2013

Educación por proyectos clave en el proceso de aprendizaje para la nueva FP Dual


Como profesor de adultos en ciclos de formación profesional sigo una filosofía bastante pragmática que establece principalmente que los conceptos son entendidos a través de la observación activa y que el aprendizaje implica experiencia, es decir, el contacto directo con las cosas. Por tanto, el trabajo por proyectos es una parte muy importante del proceso de aprendizaje que defiendo en mi programación de aula ya que incluye preparar a los estudiantes para los puestos de trabajo, motivar y hacer la conexión entre el aprendizaje en la escuela y la realidad de las empresas.
Los estudiantes retienen mayor cantidad de conocimiento y habilidades cuando están comprometidos con proyectos estimulantes, motivadores, asociativos, vinculantes, innovadores y cercanos. Mediante los proyectos, los estudiantes hacen uso de habilidades mentales de orden superior en lugar de memorizar datos en contextos aislados sin conexión con cuándo y dónde se pueden utilizar en el mundo real (Blank, 1997; Bottoms & Webb, 1998; Reyes, 1998).
El trabajo por proyectos se vuelve todavía más valioso en la sociedad actual en la que los docentes trabajamos con grupos de alumnos heterogéneos con diferencias sustanciales básicas como son la edad, la capacidad, la necesidad, el estilo de aprendizaje, los antecedentes étnicos y culturales y, entre otros, el nivel de habilidad.
Con este tipo de aprendizaje colaborativo se fomenta a los estudiantes a compartir ideas entre ellos o servir de altavoz a las ideas de otros, expresar sus propias opiniones y negociar soluciones, gestionar errores, entre otras habilidades necesarias para los futuros puestos de trabajo (Bryson, 1994; Reyes, 1998).
Un enfoque de enseñanza uniforme no ayuda a que todos los estudiantes alcancen los objetivos mínimos; mientras que uno basado en proyectos, se construye sobre las fortalezas individuales de cada estudiante y les permite explorar sus áreas de interés, por muy dispares que sean, dentro del marco de un currículo educativo establecido.

Los principales beneficios del aprendizaje basado en proyectos incluyen también:
       Aumentar las habilidades sociales y de comunicación.
       Aumentar la autoestima. Los estudiantes se enorgullecen de lograr algo que tenga valor fuera del aula de clase (Jobs for the future, n.d.).
       Permitir que los estudiantes hagan uso de sus fortalezas individuales de aprendizaje y de sus diferentes enfoques hacia este (Thomas, 1998).
       Manejar herramientas y posibilitar una forma práctica, del mundo real, para aprender a usar la Tecnología. (Kadel, 1999; Moursund, Bielefeldt, & Underwood, 1997).

Utilizar proyectos integradores como parte del currículo educativo no es un concepto nuevo y los docentes, en su práctica educativa,  los llevan incorporando desde principios del siglo XX con mayor o menor frecuencia a sus programaciones didácticas de aula o de ciclo. El origen se le atribuye al profesor William Heard Kilpatrick  de la Universidad de Columbia (EEUU) cuando publicó su trabajo "Desarrollo de Proyectos” en 1918. Kilpatrick más que hablar de una técnica didáctica expuso las principales características de la organización de un plan de estudios de nivel profesional basado en una visión global del conocimiento que abarcara el proceso completo del pensamiento, empezando con el esfuerzo de la idea inicial hasta la solución del problema.
Pero la enseñanza basada en proyectos es diferente: Es una estrategia educativa integral, una concepción basada en la integración total y global, en lugar de ser un complemento.

Estas prácticas implican dejar de lado la enseñanza mecánica y memorística para enfocarse en un trabajo más retador y complejo; utilizar un enfoque interdisciplinario en lugar de uno por área o asignatura y estimular el trabajo cooperativo (Anderman & Midgley, 1998; Lumsden, 1994)
Mantener a los estudiantes mayores de edad en las Instituciones Educativas Públicas comprometidos y motivados con su formación profesional constituye un reto muy grande aún para los docentes más experimentados.
Aunque es bastante difícil dar una receta que sirva para todos, la investigación evidencia que existen prácticas que estimulan una mayor participación de los estudiantes. Estas son las que debemos poner en marcha si queremos conseguir los objetivos marcados, que no son otros que la formación en capacidades profesionales de nuestros alumnos.

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